
El Sudario o Síndone de Turín, también conocido entre los fieles
cristianos como la «Sábana Santa» es una pieza de lino de 441 x 113 cm (medidas que
corresponden a la restauración de 2002) y un peso de 1420 gramos, que pudo envolver el cuerpo de
Cristo a modo de mortaja, cuyas fibras de lino superficialmente oxidadas, quizá abrasadas por algún
elemento radiactivo —tal vez en el momento de su resurrección— revelan una figura
tridimensional humana frontal y dorsal en la que se advierten con claridad signos físicos de
tortura equivalentes a los que se recogen en los Evangelios, donde un reo condenado a muerte por
crucifixión, fuera además (contradiciendo la propia ley romana) sometido a la flagelación, en los
tiempos en que históricamente se sitúa la Pasión de este singular personaje.
La Tela, torsionada en sarga, espiga o espina de pez, no alberga traza alguna de
pintura de origen vegetal o animal, y se encuentra expuesta actualmente en la Capilla Real de la
Catedral de San Juan Bautista, situada en Turín, Italia; pudo viajar doblada en cuatro
partes (tetradiplón), hecho que supuso un evidente cambio en la morfología de la impronta, desde
Jerusalén hasta Edesa (hoy Turquía) y posteriormente hacia Constantinopla
(actualmente Estambul) y Francia; antes de terminar en el lugar donde se la venera a día de
hoy.
El Sudario de Turín es, junto con el pañolón de Oviedo,
el mayor testigo y espejo del episodio de la Pasión de Cristo.
La Pasión es entendida y aceptada universalmente por la comunidad
cristiana como los últimos momentos en la vida humana de Jesucristo, desde la última cena hasta el
padecimiento y muerte en la cruz; estos acontecimientos narrados por los cuatro evangelistas
conforman también un hecho histórico irrefutable.
En el momento final de la Pasión de Jesucristo, según las enseñanzas
cristianas, se produce la salvación de todos los hombres. Sin embargo es importante entender que
para la religión cristiana es el amor y no el sufrimiento (consecuencia éste de un amor
incondicional y la respuesta humana libre), la causa de la salvación del mundo. De otra manera, la
negación racional al sufrimiento, al dolor, conduciría inevitablemente a una postura escéptica
hacia el cristianismo. Es fundamental entender que el cristianismo no hace apología de la
tortura ni celebra la misma. Estos prejuicios se convierten en un oscuro velo en la búsqueda de
la verdad. Evidentemente, para quien no cree en la condición divina de Jesucristo, es imposible
concebir la autenticidad de la Síndone. La agonía que refleja de manera dramática la singular
Mortaja de Turín, es consecuencia de un amor infinito al ser humano. Además del sufrimiento extremo
de un hombre, se dibuja en ella un amor incondicional, sin fisuras, totalmente libre. Más allá de
la sangre y laceraciones, heridas profundas, latigazos, cortes y contusiones, existe la decisión de
un hombre que aceptó padecer libremente un tormento de semejantes características para demostrar
que el amor vence a la muerte —y así, al sufrimiento-. Si Jesucristo hubiera tenido una muerte
natural es seguro que no hubiera pasado a la historia de la manera en que lo hizo.
No es posible concebir qué es el sudario de Turín sin reseñar previamente estas
premisas, dado que el
Sudario
encarna (siempre según las enseñanzas cristianas) el momento inmediatamente anterior a la
salvación del Mundo. La idea de que el rostro y el cuerpo mismo de Dios hecho hombre, la
mismísima resurrección de Jesucristo, fuera plasmada de manera física, es sobrecogedora. Si
arrebatamos la simbología y fenomenología cristianas a la Sábana Santa, no se puede hablar de ella
sino como un pedazo de tela que posee unas misteriosas manchas. El proceso de verificación y
autentificación (o los intentos de falsación) de la reliquia deben comenzar, por ende, en el propio
relato bíblico y en los anales de una historia que sostiene con absoluta claridad —desde los
escritos de Flavio Josefo hasta el Talmud— la veracidad de la existencia de Jesús como hombre y
especialmente el momento de la Pasión.
Entendiendo previamente qué es la Pasión y resurrección y por qué
se producen (someramente) es posible comenzar una discusión seria sobre la autenticidad o no de
esta reliquia.
Los orígenes de la existencia del Sudario de Turín representan actualmente un
enorme misterio y sostienen una enardecida discusión científica; se realizó una prueba de datación por radiocarbono
que ubicaba la creación de la tela en la Edad Media, aunque muchos científicos discreparon
del diagnóstico como se verá más adelante. La Sábana Santa ha sido objeto de numerosos
estudios, análisis e investigaciones,
incapaces de concluir con exactitud su origen y la formación de la imagen proyectada en la tela que
probablemente fuera adquirida o mandada confeccionar por José de Arimatea.
No obstante, el hecho más notorio y que supuso un punto de inflexión en el
intento de reconstrucción histórica de este extraordinario lienzo, fue el obtenido por el fotógrafo
Secondo Pía en 1898, quien descubrió que el
Sudario de Turín
se comportó como un cliché fotográfico; es decir: pudo existir una exposición o radiación luminosa
que convirtiese el trozo de tela en un negativo fotográfico, por lo que si revelamos la impronta
obtenida, permutando los tonos oscuros a claros y viceversa, obtenemos una imagen en positivo, que
«revela» algo así como la «fotografía de Dios». Desde entonces, los posteriores estudios enfocados
hacia esa dirección han provocado descubrimientos que refuerzan la posibilidad de que la reliquia
pueda considerarse como la auténtica mortaja que envolvió el cuerpo de Jesucristo en el momento de
su muerte; primer testigo y prueba al mismo tiempo de su resurrección.
