El Santo sudario de Oviedo o pañolón de Oviedo es una tela de lino de 80 x 53
cm., cuyas fibras se encuentran torsionadas en «Z» (a diferencia del ligamento tipo sarga
presentado por la Sábana Santa), que se encuentra ubicado en el «Arca Santa» dispuesta en el
interior de la «Cámara Santa» de la Catedral de San Salvador de Oviedo (Asturias, España) y
que, según las
conclusiones científicas
en cuanto a su historia, origen y formación de sus manchas, presenta numerosas similitudes que la
relacionan con la Sábana Santa y con el cuerpo de varón que contuvo que, muy probablemente, pudo
tratarse del personaje histórico conocido como Jesús de Nazaret. Se expone al público el Viernes
Santo (conmemoración de la muerte en la cruz de Jesús) y los días 14 (San Alberto de
Jerusalén, Obispo) y 21 de septiembre (festividad de San Mateo, Apóstol y
Evangelista).
El Pañuelo, acabado de forma tosca en su fabricación (debido a las
irregularidades descubiertas en su entramado), se encuentra arrugado, ligeramente quemado, presenta
algunos pequeños agujeros y está contaminado por cera (procedente del derrame de velas),
sangre, pólenes, polvo, carmín (probablemente por el contacto con la
boca de algún visitante en algún momento en que se expusiera públicamente y sin protección)
microorganismos, mirra y áloe, entre otros elementos. El hecho característico
y singular por el que es conocido, es por su mancha de sangre, objeto de los estudios
hematológicos más avanzados, cuyas conclusiones actuales (aparte de la mencionada similitud y
complementariedad con la
Síndone de Turín)
más significativas nos refieren que dicha sangre procede principalmente de un edema pulmonar
y fue vertida a través de la boca y fosas nasales.
Ha sido objeto, no obstante, de todo tipo de estudios y análisis, centrados
fundamentalmente en hallar muestras de material biológico humano diferente a los glóbulos rojos. Se
ha sometido también a modernos estudios forenses (En este apartado destacamos el trabajo del
Catedrático valenciano José Delfín Villalaín), incluyendo modernas técnicas criminológicas.
En lo referente al estudio de imagen, destacamos las técnicas fotográficas de reflexión infrarroja,
luz ultravioleta, iluminación lateral, transparencia, y tratamiento electrónico y dinámico.
Estas investigaciones han arrojado coincidencias geométricas con la Síndone de
Turín, incluso parece que una de las gotas de sangre que presenta el
Pañolón de Oviedo
encaja perfectamente en un hueco que presenta el rostro del Sudario de Turín en el que,
precisamente, existe un pequeño vacío, junto con el resto de manchas que se complementan de manera
altamente coincidentes.
Es importante señalar que, el Pañolón de Oviedo pudo ser la tela que cubriera el
rostro de Jesús en primer lugar poco después de su muerte, y fue retirado del mismo para colocar el
cadáver en el (muy posiblemente) Sudario de Turín. Por lo tanto, hay que entender la relación entre
ambos sudarios y el posible cuerpo de Jesús de Nazaret en este orden.
Recientemente, en febrero de 2015, el equipo científico perteneciente a
la Universidad Católica de Murcia, descubrió una muestra de polen adherido a la sangre (dato
que evidencia que ambos elementos contaminaron el tejido al mismo tiempo) que presenta una alta
probabilidad de pertenecer a la especie Helicrysum. La importancia radica en que otro
gránulo de polen de la misma planta fue encontrado con anterioridad en la Sábana Santa.
La hipótesis de la formación de las manchas presentadas está basada
esencialmente en una reconstrucción meticulosa respecto al modo en que se envolvió (muy
probablemente) el rostro de Jesús, estudiando los pliegues y la geometría presentada, sustentándose
en los distintos ejes y puntos de presión, permitiendo formular una tesis respecto al tiempo y
forma en que fue colocado y sujetado el
Sudario de Oviedo
(mediante alfileres o algún elemento punzante similar), hallando incluso la posición en que se
encontraba la cabeza o estado en que se encontraba el cadáver, junto con las lesiones que
presentaba.
Es tan detallada la reconstrucción realizada a partir de las manchas y
estructura, que se determinan incluso algunos tipos de heridas, la causa de la muerte
(asfixia), además de aspectos acerca de la morfología del semblante de su portador:
bigote, barba y pelo largo sujeto a la nuca. También que la postura del cuerpo
sobre el que fuera colocado fue manipulada en diversas ocasiones, o que se contuvo un
derramamiento de sangre presionando sobre la boca (todo ello con el Sudario de Oviedo
envuelto en el rostro). Todos estos hallazgos, coinciden perfectamente con las conclusiones
forenses fruto del estudio de la Sábana Santa.
Uno de los resultados en su estudio científico más controvertidos (recomendamos
leer el capítulo temático: «prueba de datación por radiocarbono»,
referente a la Sábana Santa) fue el obtenido mediante la prueba de datación por
radiocarbono, que estableció su origen en los albores del año 700 d.C.
La superposición de la superficie que abarcó el Sudario de Oviedo
(reconstruida con exactitud a partir de las manchas presentadas) con el rostro de la imagen del
Sudario de Turín, presenta coincidencias en cuanto a la estructura del rostro y cráneo
(arcos superciliares, nariz y fosas nasales, pómulo derecho, boca, mentón y barba), traumas,
recorrido de las emanaciones de la sangre, etc., razón por lo que la conclusión anatómica y
posteriormente forense respecto a ambos Sudarios sea coincidente, como ya
mencionábamos.
A pesar de los escasos registros en épocas anteriores, las
investigaciones acerca del trayecto histórico (cronológico y geográfico), afianzan la singladura de
esta reliquia a partir del siglo séptimo (cien años antes de los resultados de la prueba de
Carbono 14). Es importante diferenciar que ambos Sudarios tomaron caminos diferentes desde que
fueran encontrados (creemos) sobre el sepulcro vacío de Jesucristo. Como ocurriera con la
Sábana Santa, si leemos el fragmento evangélico que encabeza el primer capítulo de esta
serie de artículos temáticos («El Sudario de Turín»),
encontraremos una de las primeras referencias a la historia del Pañolón de Oviedo
pertenecientes a la tradición escrita más antigua y mejor conservada.
El Sudario de Oviedo pudo ser guardado en un arca de cedro donde fuera
venerado por los primeros cristianos hasta la invasión persa acontecida en el año 614,
cuando se desplazó con destino Alejandría. La presión de la expansión del ejército Persa en
África, obligó a los fieles a un nuevo éxodo en el que atravesaron el continente africano
alcanzando Cartagena. San Fulgencio convirtió en portador del «Arca Santa» a San
Leandro, Obispo de Sevilla, cediéndole su custodia. De ahí viajó a Toledo, manteniéndose
en su Catedral durante un largo período. Según el Diccionario Eclesiástico Español, el
Pañolón (por aquel entonces perteneciente a la capital del reino Hispano-Visigodo), viajó hacia el
norte alojado en una nueva arca de roble al inicio de la invasión musulmana asentándose en Asturias
entre los años 812 y 842. Alfonso II, Rey de Asturias (quien murió en el año
842) mandó construir una «Cámara Santa» a modo de Capilla en su propio Palacio, estructura
arqueológica actualmente anexa a la Catedral gótica de San Salvador de Oviedo, que empezó a
construirse a finales del siglo XIII (prolongándose las obras unos trescientos años). En el año
1075, el Rey Alfonso VI visita el Pañolón de Oviedo y ordena recubrir de plata
el Arca que la contiene, hecho sucedido en el año 1113. Salvo en sus exposiciones públicas,
a través de una urna transparente confeccionada con
metacrilatos que la protege tanto del
exterior como de una rotura accidental, y al mismo tiempo permite ver su interior con una
transparencia del 93%, es hasta la fecha, su ubicación actual.
El Sudario o Pañolón de Oviedo puede ser considerada una reliquia que, en cuanto
a su similitud, complementariedad y afinidad con la Sábana Santa de Turín,
fuera testigo de uno de los acontecimientos cumbre en la historia de la humanidad: La
Pasión y muerte de Jesús de Nazaret. La diferencia más importante con respecto al Sudario de
Turín es, sin duda alguna, que este último reúne además elementos que parecen confirmar el único
acontecimiento que supera el citado episodio de la Pasión: La resurrección de Jesucristo,
quien derrotara así a la mismísima muerte. El rostro desfigurado y torturado del hombre-Jesús pudo
ser impreso en la Sábana Santa en el momento en que el Dios-Cristo venciera la muerte.
